Mi Herencia Como Hijo de Dios - Génesis 24
INTRODUCCIÓN
Me senté ante mi escritorio y estuve meditando acerca de la necesidad de entender claramente cuáles son nuestros derechos como hijos de Dios, para poder tomar toda la herencia que nos corresponde en Cristo Jesús. Ya hace bastante tiempo vengo declarando, que estamos viviendo en días determinantes, y son momentos claves para tomar determinaciones inamovibles con respecto a nuestra herencia, y como vamos a abrir un espacio profético para que nuestras generaciones avancen no solo en vivir de aquel legado que nosotros les dejemos, sino de avanzar en sus propios propósitos para hacer a Dios más grande en la tierra. En este asunto, vino de nuevo un mensaje que Dios me entregó y me gustaría poder compartir con todos ustedes.
Podemos leer en Génesis, Capitulo 24, una interesante historia acerca de un forjador de destino, Abraham, que quiso establecer sobre su hijo Isaac algo más que una buena posición económica, social o religiosa, un concepto claro de herencia y de cómo poseer y disfrutar de ella, y como paternidad para él era algo más que lo que entendemos ahora, reflejándose en el profundo deseo de perpetuar el propósito de Dios cumplido en sus generaciones. Quise entresacar 10 puntos básicos para poder establecer este pensamiento de herencia.
TENGO DERECHO A IMPARTIR BENDICIÓN A MIS HIJOS
Estamos en un mundo lleno de prisas, de stress y lamentablemente dejamos que las circunstancias, la televisión y tantas cosas sean las que están “apadrinando” a nuestras generaciones. La relación de Abraham con Isaac, lejos de estar sometida a la presión de las circunstancias, fue la que le habilitó para no caerse de su destino profético, es decir, un heredero de naciones. Por eso es tiempo que empecemos a bendecir es decir “hablar bien” de nuestra generación. En nuestra boca como padres está el destino de nuestros hijos.
TENGO DERECHO A TENER MI PROPIA IDENTIDAD FAMILIAR
Cada familia tiene unos gustos, unos hábitos, unos aromas diferentes. Todos nosotros, cuando alguna vez volvemos a la casa donde nos criamos, empezamos a tener sensaciones, olores que nos recuerdan a la infancia. Es lícito que tu familia manifieste el olor del propósito para el que fue diseñada. No intente imitar a otra familia, ni a tomar sus hábitos. Aprovechen su olor familiar para marcar una posesión que les pertenece. Hay una posesión familiar que huele a ustedes, que es única y que solo su familia pueda posesionar. Profética-mente, estoy convencido que fue el olor de la casa de Rebeca lo que definió la decisión correcta del ciervo de Abraham. Podemos pensar que él dijo “Aquí, huele a mi amo, este es el lugar correcto”
TENGO DERECHO A DAR TIEMPO A MI FAMILIA PARA CRECER Y MULTIPLICARSE
Nos hemos convertido en padres exigentes, intolerantes, creyendo que lo que a nosotros nos llevo años comprender, a nuestros hijos les tiene que salir de la nada. Queridos amigos, es tiempo de dar tiempo a nuestra casa. Eso no significa que nos volvamos indulgentes con lo malo, sino al contrario, tener la paciencia de esperar los cambios como una virtud, para ser procesados como familia para nuestro destino.
TENGO DERECHO A DECIDIR POR MI CASA
Abraham no dejó que fueran las circunstancias las que decidieran. No espero un “flechazo casual” de Isaac. Proverbios 22:6 nos dice “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (RV 60) La palabra instruye aquí nos habla de encaminar, de empoderar, de mostrar a nuestras generaciones una senda de propósito que nosotros como padres tenemos que descubrir y alinear para nuestras familias. Es nuestro derecho implementar esa visión y propósito, y no dejar que nada ni nadie decida por nuestra casa.
TENGO DERECHO A CUIDAR Y PELEAR LO QUE DIOS ME DIO
Me he dando cuenta que somos demasiado descuidados con nuestra casa. Tenemos que tener cuidado en que mesa estamos haciendo sentar a nuestra familia y de que comida están comiendo. Dios nos entrega una herencia en Cristo Jesús para cuidarla y no echarla a perder. Es tiempo de extrema violencia. Lo que está en juego no es un pensamiento eclesiástico, sino la herencia de mi casa. Tenemos derecho a pelear. Nadie de nosotros se quedaría de brazos cruzados si alguien intentará robar en nuestra casa, y mucho menos si quisieran hacer daño a nuestra familia. Ninguno diría “pasen y sírvanse”. Peleemos por aquello que le costó la vida a nuestro hermano mayor Jesús.
TENGO DERECHO A MAXIMIZAR EL POTENCIAL DE TODA MI FAMILIA
¿En qué o en quién estamos invirtiendo nuestro tiempo, nuestro dinero, nuestro esfuerzo? Esta es la pregunta. Nuestra mejor inversión es el Reino de Dios y en ese Reino como figura principal esta nuestra casa. Maximizar recursos para nuestros hijos, para sus estudios, para su desarrollo es básico para poder transformar una nación. Siendo sinceros, queremos transformar el mundo, pero no somos capaces de invertir en nuestra casa espiritual ni en nuestra casa familiar para poder equiparlas para que tengan mayor excelencia. ¡¡ Hay sillas de gobierno, puestos claves económicos que están esperando por gente preparada¡! Y esa es nuestra responsabilidad
TENGO DERECHO A SACAR DE MI VIDA, A LOS ME ESTÁN ROBANDO MI BENDICIÓN GENERACIONAL.
El libro de Números 33:55, nos dice: “Pero si no expulsan a los habitantes de la tierra que ustedes van a poseer, sino que los dejan allí, esa gente les causará problemas, como si tuvieran clavadas astillas (aguijonasen los ojos y espinas en los costados.” Es urgente y determinante que saquemos de nuestro entorno la gente, los agentes escondidos que quieren abortar nuestro propósito de poseer la herencia que Dios nos dio. Es hora de tomar decisiones serias y comprometidas que nos saquen del espíritu religioso y nos comprometan con nuestra generación de una vez. Porque muchos lo digan no significan que tengan razón, es decir, tengo que aprender a ser libre de la opinión de la gente, para poder cumplir nuestros sueños generacionales.
TENGO DERECHO A HACER PROSPERAR MI CASA
Si entendemos cual es el pensamiento de Dios, entenderemos bien que la deuda, la escasez, la ruina, la enfermedad nunca estuvieron diseñadas para sus herederos. El problema es que nunca podremos cambiar aquello a lo que nos acostumbramos. Si tiramos la toalla y decimos, “Bueno, siempre fue así”, lo único que estamos haciendo es darle autoridad legal a nuestro enemigo para hacer más profundo el hoyo de nuestra ruina. Hay autoridad profética en nuestra boca, tenemos derecho a prosperar para poderles dejar a nuestros hijos algo más que deudas y problemas. No importa como de secos estén los huesos en tu “valle” familiar, es tiempo de profetizar “Vida”, y que de una vez la ruina salga de nuestras casas para siempre. El deseo de Abraham fue hacer más grande a Isaac. El deseo de Dios es que sus herederos hagan cosas más grandes que su primogénito hizo en la tierra.
TENGO DERECHO A INSTALAR UNA MENTE SECULAR Y DE GOBIERNO EN MI GENERACIÓN
Aquí es donde nos encontramos con tremendos problemas. Siempre tenemos en nuestros sueños que nuestros hijos sean tremendos pastores, salmistas, profetas, etc. Olvidándonos que el diseño original de Dios no era levantar pastores, sino gobernantes en la tierra. El plan original de Dios, nunca fue salvación, sino gobierno, y el segundo Adán vino a recuperar esa herencia de gobierno que nos corresponde. Como dije en un punto anterior, preparemos a nuestras generaciones, dándoles los recursos necesarios para que se preparen, estudien, se gradúen con los mejores rendimientos, y rompamos de una vez el pensamiento religioso que nos ha gobernado durante años. La orden de Jesús, no fue “Busquen la iglesia donde tienen que reunirse”, “ Hagan de sus hijos pastores”, sino “ Buscad PRIMERO el Reino de Dios y su justicia” (Mateo 6:33), es decir, una mente de gobierno para instalarla en un mundo real, de 24 horas al día, donde nuestro mundo no empieza y termina en el culto del domingo, sino que sabemos que tenemos una responsabilidad con esta tierra y un compromiso con Dios de que su reino y su justicia se hagan reales a través de nuestras generaciones en la tierra.
TENGO DERECHO A BUSCAR A LA REBECA QUE ATARÁ A MI GENERACIÓN A TIERRA DE BENDICIÓN
Rebeca fue el instrumento que Dios utilizó para perpetuar el sueño que el mismo imprimió en Abraham para sus generaciones. Hay una puerta de destino profético para nuestra familia que nosotros tenemos el derecho y el deber de buscar. La puerta profética de Ruth fue su suegra Noemí. Eso hizo posible que conociera a Booz y que, al unirse a él, nuestro Señor Jesús se encarnara a través de su descendencia en la tierra.
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