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Jesús manso y humilde de corazón

Foto del escritor: tiempodeproclamaciontiempodeproclamacion

“Aprenda de mí que soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11,29) Esto nos abre un camino de espiritualidad,

hoy quisiera invitarlas a reflexionar este tema desde sus bases bíblicas.

Manso: Benigno y suave. - Apacible y sosegado.


Mansedumbre: Condición de ser manso Proverbios 16:32 Santiago 3:7 / 8:13. Es aquella serenidad de espíritu pacifica y humilde en virtud de la cual el hombre no se deja arrebatar fácilmente de la cólera con motivo de faltas o el enojo de los demás. Dios mora con un espíritu de ese linaje y concede bendiciones especiales. Isaías 57:15 Mateo 5:5

La mansedumbre es una gracia cristiana 1 Timoteo 6:11, adquirida en uno por muchos espíritus naturalmente fogosos como Moisés Éxodo 2:12.

Humilde: Aquella aptitud que reconoce el propio lugar bajo la condición de criatura de Dios. Opuesta a la presunción, aceptación u orgullo. La persona humilde reconoce su dependencia de Dios no busca el dominio sobre sus semejantes, sino que aprende a darle valor por encima de si mismo Job 22:29, Salmos 10:17, Proverbios 3:34 /29:23, Romanos 12:16.

Dios mismo atiende a los humildes 2 Corintios 7:6 y les da gracia 1 Pedro 5:5, a su tiempo Dios exaltara a los humildes que a los soberbios que los oprimen Salmos 147:6, Lucas 1:52, nuestro Señor es el máximo ejemplo de humildad pues siendo Dios se despojo y dio sus pasos en humildad.

Algunos textos sobre la humildad y la mansedumbre en el Antiguo Testamento


Así nos dice Proverbios:” Corazón apacible es salud para el cuerpo, la envidia corroe los huesos” (30,14); “Mejor es ser humilde con los pobres que compartir botín con los soberbios” (16,19); “Mas vale hombre paciente que valiente, mejor dominarse que conquistar ciudades” (16,32). Y leemos en el Eclesiástico: “Hijo, actúa con dulzura en todo lo que hagas y te querrán más que al hombre generoso. Cuanto más grande seas, más debes humillarte, y alcanzarás el favor del Señor, pero son los humildes quienes le glorifican” (3,17 – 20). Hay un salmo que repite cinco veces que “los humildes poseerán la tierra” (Salmo 37(36) versículos 9; 11; 22; 29; 34). La bienaventuranza de San Mateo está basada en este texto. Se dice en Números 12,3 que “Moisés era un hombre muy humilde, más que hombre alguno sobre la faz de la tierra”. Pero los textos que más hacen resaltar el deseo de Dios de que seamos humildes y mansos, son los profetas. Así dice Miqueas al hombre que se pregunta cómo desagraviar a Dios por su pecado: “Se te ha hecho saber, hombre, lo que es bueno, lo que Dios quiere de ti: tan sólo respetar el derecho, amar la lealtad y caminar humildemente con tu Dios” (6,8). Y en el capítulo final de Isaías leemos: “Los cielos son mi trono y al tierra la alfombre de mis pies. Pues ¿qué casa me van a edificar o lugar de reposo, si el universo lo hizo mi mano y todo vino al ser? Pues en esto he de fijarme: en el mísero, pobre de espíritu y en el que tiembla a mi palabra” (66,2).


Algunos textos del Nuevo Testamento

En Mateo está el texto central de este reflexión, cuando dice Jesús:” Vengan mi los que están fatigados y cargados y yo les daré descanso. Tomen sobre Uds. mi yugo ya aprendan de mi que soy manso y humilde de corazón y hallarán descanso para sus almas” (11,28 – 30).

En 1 Corintios, se da mucho relieve a las virtudes relacionadas con la humildad y mansedumbre: “La caridad es paciente, es amable; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.” (1 Corintios 13,4 – 7).

En Filipenses hay una apremiante exhortación de Pablo al amor y la comunión: “... colmen mi alegría teniendo un mismo sentir, un mismo amor...nada hagan por ambición, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando a los demás como superiores a uno mismo, sin buscar el propio interés sino el de los demás. Tengan entre ustedes los mismos sentimientos que Cristo: el cual, siendo de condición divina no codició ser igual a Dios, sino que se despojó a sí mismo tomando condición de esclavo. Asumiendo semejanza humana y apareciendo en su porte como hombre, se rebajó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz....” (Filipenses 4,1 – 11).

Semejante es el texto de Efesios 4,1 – 6, donde, pidiendo a los fieles que vivan de modo digno de la vocación a la cual han sido llamados, dice entre otros consejos: “con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándose unos a otros por amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz...”

Y en Colosenses exhorta igualmente: “Revístanse, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándose unos a otros y perdonándose mutuamente si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor los perdonó, perdónense también Uds...” (3,12 – 13).

La Carta de Santiago nos dice: “...que cada uno sea diligente para escuchar y tardo para hablar, tardo para la ira. Porque la ira del hombre no realiza la justicia de Dios” (1,19 – 20). Y en la Primera Carta de San Pedro: “...tengan todos los mismos sentimientos, sean compasivos, ámense como hermanos, sean misericordiosos y humildes” ... (3,8).

Los mansos en el evangelio de San Mateo.

Como se vio en el texto fundamental de esta consideración, Jesús es el modelo de la actitud hacia los demás y nos llama a aprender de él. Pero también se presenta a Jesús, según las palabras del profeta, “he aquí que tu rey viene a ti, manso y montado en un asna...” Precisamente cuando entra a Jerusalén como rey mesiánico.

Estos dos textos que nos muestran a Jesús manso y humilde nos dan, no sólo el ejemplo, sino la gracia para vivir las bienaventuranzas, que encabezan todas las afirmaciones del cumplimiento de la ley del discurso evangélico, el primero de los cinco que nos presenta Mateo.

Como hemos visto en los textos de las cartas, la mansedumbre, como actitud propia del cristiano, viene con frecuencia en el Nuevo Testamento; no sí el adjetivo “manso”. El término griego “praus”, traducido por manso, humilde u otra palabra equivalente, como sucede en la 1 Pedro 3,4.

“Manso”, se define por su contrario: bronco, duro violento, furioso o brutal. La mansedumbre posee cierta connotación de ser víctima de las acciones violentas de otro. Y los antiguos consideraban “la cólera” como una pasión lógica y necesaria después de sufrir una afrenta. En el contexto cultural en el cual se escribe el Evangelio, el honor llevaba a vivir en permanente desafío a los demás para mantenerlo y ganarlo; la mansedumbre no era, precisamente, una virtud apreciada en esa sociedad.

También en nuestra sociedad actual priman la prepotencia, a la agresividad, la venganza. El tipo de persona, que se nos presenta como deseable, es el triunfador que consigue sus fines con cualquier medio y sabe sacar partido de sus privilegios, con lo cual la vida se convierte en una lucha continua.

Mateo pone en las bienaventuranzas el comportamiento y la actitud que se espera de los miembros de la comunidad cristiana, lo cual se ve en el discurso evangélico por el uso repetido del término “hermano”. La justicia que se pide a los miembros de la comunidad es “la justicia” que los va a diferenciar de los demás, sobre todo de los fariseos. Y el modelo de esta actitud es Jesús, del cual se dice dos veces en este Evangelio que es “manso”.

Jesús es también, el ejemplo de la forma de “poseer la tierra”. Para los judíos, el monte tenía connotaciones escatológicas: la primera vez que Jesús aparece en un monte, es en el episodio de las tentaciones donde rechaza el camino y los medios que no son los de Dios. Al final es en un monte, después de haber pasado por la cruz, cuando declara que todo poder se le ha dado en el cielo y en la tierra. Y en medio está la bienaventuranza con la promesa.

El discípulo, la discípula, son llamados a una actitud “contra cultural” en una actitud que es justicia y que es la única forma de construir el Reino de Dios, 1 cualidad de humildad es Filipenses 2:5-8.

En este texto base que tenemos Mateo 11:29 se nos dan en el muy importantes; digamos de entrada que el verdadero sentido de la frase no es que aprendamos de su ejemplo ha ser mansos, sino ir a Él para aprender porque el no es orgulloso y duro como los escribas y fariseos, sino suave, compasivo, humilde, condescendiente, y sabedor de nuestra debilidad y por eso nos da un yugo suave y una carga ligera.

La primera razón para asistir a la escuela de Cristo es que el manso y humilde de corazón es manso y tiene compasión de los ignorantes. Muchos maestros, aunque son muy competentes y hábiles para enseñar, se enfadan y pierden la paciencia la cual desanima grandemente a los alumnos pocos brillantes y tardos para comprender, pero nuestro Señor sabe soportar a tales y tomarse tiempo para explicarle la lección.

La segunda razón es también humilde de corazón y condescendiente a enseñar a los pobres y a los principiantes explicar las primeras letras, que son como la leche para los bebes y se adapta a los que poseían poca capacidad para aprender.

Y al hacer estas dos cosas hallaremos descanso para nuestras almas que es el reposo deseable ya que el único camino para hallar verdadero descanso es sentarse a los pies de Jesús y escuchar sus palabras de vida eterna.

Conclusión: Hemos de llegarnos a Jesús como nuestro maestro y matricularnos en su escuela para aprender sus lecciones cristianas ya que él a levantado una gran escuela y nos a invitado a ser sus alumnos. - Debemos entrar en su escuela, asociarnos a sus alumnos y asistir diariamente a las lecciones que nos da mediante su palabra y su espíritu. Como el señor dijo: Aprende de mi ya que el es nuestro maestro y es el todo en el todo y con todos.



 
 
 

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